sábado, 26 de enero de 2019

Historia de la domesticación de los perros

En el siglo xxi, los investigadores han alcanzado un consenso casi absoluto acerca de que la domesticación del perro empezó por la adaptación espontánea de este al acercarse a vivir junto al hombre, más que por la voluntad humana.​ Esto se debe a que vivir junto al hombre siempre fue ventajoso para el cánido. Un perro que vivía en una comunidad humana, aun en la antigüedad, podía alimentarse con menos esfuerzo que uno salvaje, podía tener mejores condiciones disfrutando del afecto y cuidado humano.
El perro es una subespecie doméstica del lobo, según la comparación de los mapas genéticos de ambas especies.​ La evidencia fósil más antigua de un perro domesticado fue encontrada en 2008 en la cueva Goyet de Bélgica, correspondiente a unos 31 700 años y al parecer asociado a la cultura auriense.​ Hasta entonces las pruebas más remotas se habían encontrado en Rusia, con una antigüedad de 14 000 años (Eliseevich). El hombre consiguió domesticar a ejemplares de lobos, o, más probablemente, se demostró incapaz de impedir que los lobos se introdujeran en sus aldeas y tuvieran allí a sus cachorros.​ El perro era útil como ayuda en la caza y para defender al grupo y su morada, como demuestran grabados de hace 6000 años en Arabia Saudí ​. Poco a poco, el hombre los adaptó a sus necesidades, creando diferentes razas para las distintas labores y características ambientales y geográficas. La evidencia genética y arqueológica sugiere que el proceso de domesticación se produjo en los dos extremos de África y Eurasia de forma independiente -aunque posteriormente la población oriental reemplazó casi por completo a la occidental,​ así como en las culturas que poblaron todo el continente americano.
El ser humano se dio cuenta rápidamente de los finos sentidos del olfato y el oído que tenía el perro: su olfato es más potente que el del humano —su área olfatoria es veinte veces más gruesa, en el caso del pastor alemán tiene una superficie treinta y cuatro veces mayor y con células olfatorias cuarenta veces más que los humanos—; y su oído es capaz de percibir sonidos muy por debajo y por encima del rango que oyen los humanos. Ventaja esta que aumenta su utilidad para la caza y las labores de guarda. Su uso como pastor y protector de los rebaños es bastante posterior, yendo parejo a la domesticación y explotación de otros animales. Como animal de costumbres sociales, que convive en grupos perfectamente jerarquizados, se adaptó a convivir con los humanos.
Los perros son muy valorados por su ayuda en la caza. Los perros enterrados en el cementerio mesolítico de Svaerdborg en Dinamarcamuestran que, en la antigua Europa, eran ya una valiosa compañía.
Los perros han acompañado al hombre en su proceso a la civilización, su presencia está probada en todas las culturas del mundo. Así en Perú, en la era prehispánica, los moches los usaban como ayuda en la caza y también como mascotas en casa. En el entierro del Señor de Sipán, se encontraron dentro de las tumbas restos de un perro que seguramente se usó en la caza, ya que el cráneo tenía perfectamente desarrollados sus molares.

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